El libro segundo de las memorias de mi abuelo trata de una recopilación extensa del desenvolvimiento de actividades periodísticas en Panamá desde el 1947 al 1989. Adjunto un extracto de la introducción que es interesante por nombrar todos los esfuerzos en desarrollar el periodismo interiorano. En sus entonces como ahora, los esfuerzos se enfocaban en utilizar cualquier recurso con la mayor creatividad posible. A mi me gusta mucho el concepto de "mural portátil":
Me propongo dividir esta segunda parte de mis Memorias en una sección dedicada a los periódicos que aparecieron en diferentes poblaciones del interior durante la primera parte de mi vida profesional periodística. Eso incluirá tanto las publicaciones mimeografiadas como las impresas. El lector observará que todas ellas vivieron poco y ninguna sobrevive en la actualidad, pero cada una de ellas, en mayor o menor grado, representa un esfuerzo por utilizar alguna forma de medio de comunicación social para recoger los sentimientos y pensamientos del pueblo, y darles la divulgación posible a fin de que los problemas sean resueltos, las necesidades satisfechas, y los anhelos de superación alcanzados...
La Biblioteca Municipal, por gestión de su director Vargas, recibía por correo, ya terrestre en toda su extensión, un ejemplar de cada periódico que se publicaba en la capital. Además de La Estrella, recuerdo El Tiempo y El Panamá América, así como el semanario Mundo Gráfico.
Por ese tiempo, conocí el primer periódico editado en una máquina de escribir. Se publicaban solamente dos ejemplares: el original y una copia a papel carbón. Se titulaba El Sol de Veraguas y lo redactaba y mecanografiaba doña Angélica Pinilla de Riera, maestra en la escuela rural de Cañacillas, un caserío campesino ubicado a una hora a pie de Santiago.
Años más tarde, conocí otro periódico publicado en Soná, ciudad veragüense. Se llamaba Antorcha y lo editaba a mimeógrafo el educador Pablo Calvo, Inspector de Instrucción Pública del Distrito Escolar de Soná, con la colaboración de don José Della Togna y otros distinguidos sonaeños.
No sé si Antorcha fue el primer periódico mimeografiado que se publicó en Veraguas, ni tampoco si ya lo que posteriormente se clasificó como «periodismo chico» tenía precedentes en otros lugares del país. Fue, eso sí, el primero que yo conocí y todavía recuerdo que estaba muy cuidadosamente elaborado y que publicaba informaciones y comentarios muy valientes y combativos.
Posteriormente, mientras laboraba en la escuela campesina de La Peña como maestro de enseñanza primaria, ensayé la publicación de un "mural portátil". Era una especie de tablero portátil y plegable en el que mis alumnos pegaban las «noticias», «las composiciones» y otros trabajos que realizaban como parte de los cursos de lenguaje. El mural se colocaba un día en la Corregiduría, otro en cada una de las dos abarroterías que había en el pueblo y los demás en diferentes «salones» de la escuela.
Luego, cuando fui profesor de Español en el Primer Ciclo Ángel María Herrera, de Penonomé, en la Escuela Normal de Santiago y en el Liceo de Señoritas, organicé clubes de español que publicaban periódicos mimeografiados. Recuerdo Senderos, Antorcha y Amanecer entre otros. Y recuerdo también que entre los muchos estudiantes que dirigían y redactaban aquellos periódicos mimeografiados estaban Carlos Alfredo López Guevara, Celedonio Guardia, Reina Cristina Torres, Generoso G. Guardia, Silvestre Tenorio Ruíz, Melida Ruth Sepúlveda, Andrés Cantillo, los hermanos Sergio y Franklyn Anguizola y otros que luego fueron prominentes profesionales en las más diversas disciplinas, incluyendo el periodismo.
Se explica así el interés que, cuando comencé a laborar profesionalmente en el periodismo, en el diario La Hora, prestaba a los periódicos mimeografiados que me llegaban procedentes de diferentes poblaciones interioranas. Para mí, esa llamada «prensa chica» realizaba una labor de extraordinaria importancia, porque recogía y divulgaba las inquietudes, necesidades y aspiraciones de grupos progresistas, empeñados casi siempre en campañas cívicas y sociales en beneficio de sus pueblos. La mayoría de esos «periodiquitos» circulaban solamente en tirajes de cien o menos, suficientes para las poblaciones a las que iban dirigidos. Pero hubo algunos, como El Cholo y El Punto, durante varios años publicados en Santiago de Veraguas, que ganaron circulación nacional.
Oportuno es recordar que cuando, en marzo de 1947, me inicié en el meridiano La Hora, cubría solamente una crónica diaria, titulada La Hora en el interior. El propósito era abrir espacio a los temas y asuntos interioranos en un periódico nacional. Según opinión del Lic. Manuel María Valdés, propietario y director del periódico, la idea fue bien acogida pues el diario ganó rápidamente amplia circulación en el interior.