domingo, 4 de mayo de 2008

Instituto Nacional parte I

¿Qué recuerdos tiene de sus estudios en el Instituto Nacional: los profesores, compañeros y clases?

-- Estudié tres años en el Instituto Nacional: segundo año en la Sección Liceo y tercero y cuarto en la Sección Normal. No hice primer año porque un exámen de admisión permitió que comenzara en segundo año. El Instituto estaba ya en los edificios que actualmente ocupa y que había sido inaugurado en 1911.

Yo vivía en la Pensión Crespo que estaba ubicada exactamente frente a la entrada principal del Instituto. Todos los allí residentes -- salvo una niña que venía de Costa Rica -- procedíamos del interior de la República, incluyendo uno de la "costa abajo" de Colón y otro de Bocas del Toro. Yo fuí el último en llegar y todos mis compañeros y compañeras se convirtieron en mis amigos, protectores y orientadores.

También en el mismo colegio encontré muy favorable y protectora acogida con la única excepción de un Ingeniero Eléctrico que era profesor de inglés, idioma del que yo ni siquiera había oído hablar hasta entonces y que me insultaba por mi evidente ignorancia en la materia, lo que provocaba la indignada protesta de mis compañeros.

Las enseñanzas que recibí me descubrieron un mundo totalmente nuevo y maravilloso especialmente en los campos de las letras.

Además de las clases propias del programa de estudios, tenía facilidad para asistir a los "sábados literarios y musicales" que se ofrecían con frecuencia en el Aula Máxima con participación de artistas, conferencistas, poetas nacionales y extranjeros de paso por la ciudad y cuyas entradas eran siempre gratuitas. Hay que recordar que para entonces aún no había sido creada la Universidad y el Instituto era el más alto centro de estudios que en el país existía.

La gran mayoría de los estudiantes procedían de la ciudad capital. Eramos pocos los que veníamos del interior pues la gente pudiente de aquellos lugares prefería enviar a sus hijos a los colegios católicos, que eran privados y evitaban que sus hijos se mezclaran con muchachos que no pertenecían a su condición económica.

Ingresé al Instituto a los 17 años de edad, pues al terminar la primaria laboré durante seis años como "portero-aseador-mensajero" en una oficina pública de Santiago.

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