jueves, 17 de julio de 2008

Nacho Valdés y Luna en Veraguas

Ignacio de Jesús (Nacho) Valdés está considerado uno de los grandes maestros tanto de la literatura criolla como del periodismo radial e impreso en Panamá. Siempre he considerado que su obra ha estimulado mis aficiones a la literatura tanto como mi prolongada incursión en el periodismo profesional. Por ello, es motivo especial de orgullo que también se haya ocupado del primero de mis libros.

En marzo de 1949, en una crónica tituladad "Luna en Veraguas", Nacho Valdés opinó:

Se terminó la impresión de este libro, en tiraje de 2.500 ejemplares, el día 7 de octubre de 1948, en los talleres de la Imprenta Nacional.


He allí el colofón del libro que Mario Augusto puso en mis manos un día cercano al 7 de octubre de 1948.

Estaba perfumado con el aroma de la tinta fresca; yo no sé si él lo notó, pero mi primer impulso al recibirlo con manos y corazón agradecidos fue acercarlo a nuestro rostro para sentir ese efluvio para mí más caro y preciado que los más costosos perfumes del Oriente o del Sur de Francia.

Luna en Veraguas. El nombre resonó en mi corazón como una canción de plata y oro: me trajo la infancia lejana y perdida. Puso en mis manos el hilo de la cometa, el "alcarreto" del trompo o de la "mona" zumbadora y me sumergió en las frías aguas de Los Charcones.

Luna llena asomándose a través de los mangos o corotúes. Luna en mi tierra despidiendo el camino blanco que sale del campito tranquilo... o saludándolo a su regreso del pueblo.

Luna que hace todas las cosas del mismo color, color de gloria, color de infancia.

Esa es la portada del libro del querido coterráneo y fraterno amigo.

No lo hojee delante de Mario Augusto. Quería tener esa fuición a solas. Quería que sus páginas, llenas de recuerdos suyos y míos, de emociones, de cóleras y lágrimas, de idilios y tragedias, suyos y míos, me arroparan, por así decirlo, en la soledad.

Yo le agradezco a Mario Augusto que uno de sus mejores cuentos, si no el mejor, SEQUIA, me lo hubiera dedicado, no ahora en el libro que acaba de publicar, sino hace muchos años. Allí tengo el recorte, entre mis prendas más queridas. Es de "Mundo Gráfico". Está muy amarillo, casi deshaciéndose.

Comenzaba Mario Augusto a asomarse al mundo, tan nuestro! de las mociones que tratamos de traducir con palabras que siempre nos dejan un sedimento de descontento.

Sequía, cuento que he leído tántas veces!... A través de mis labios recibió una clamorosa y sincera ovación en tarde memorable, en la Ciudad Heróica y Amurallada, Cartagena de Indias, donde existe simpática curiosidad por conocer a Mario Augusto, a quien les presenté breve pero cordialmente cuando en el curso de mi disertación dije:

".... en la Escual Normal Juan Demóstenes Arosemena, realización de la leyenda de la Luz del Llano ha comenzado a justificar su existencia. Abre la marcha Mario Augusto Rodríguez: despierta nuestra curiosidad primero, nuestra admiración espontánea y sincera después, en sus versos que resumen aromas de nuestros campos; nos traen las timideces y los rubores de nuestras campesinas y la hombría legítima de nuestros labradoresa que saben trabajar, cantar, y querer ..."

Sequía que estremece y crispa los nervios de todo el que lo lee. La desesperación que no es cobardía, la blasfemia que no es pecado pero que Dios castiga inmisericordemente; la hombría hasta el sacrificio y el martirio: toda nuestra raza, todo nuestro estoicismo ante el dolor y la catástrofe y como fondo el paisaje trágico de la desesperanza.

Yo no quiero -- mejor dicho: no puedo -- ahondar en la crítica de este libro de Mario Augusto que nació donde yo nací, que siente lo que yo siento y que la mayoría de las veces no podemos expresar con las pobres e impotentes palabras.

Estas líneas fraternas son para decirle que me siento orgulloso de ser su coterráneo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuanto sentimiento y orgullo se sienten al leer estas líneas de Nacho al referirse a la obra Mario Augusto Rodríguez. Gracias por compartirlas.

Bendiciones